se escurrían junto con suciedad de la fachada
notas de un piano desafinado.
Tras las manos un corazón raído,
espíritu cansado,
sombra de piel y huesos.
Una guadaña se afilaba a lo lejos.
Entre gritos -de gaviotas-
la lángida melodía se deslizaba
acariciando adoquines,
puertas cerradas,
farolas sucias,
mozas lisonjeras,
sombreros de copa.
Fluía despacio, con la paz de los muertos,se arremolinaba en esquinas -dudosa-
subiendo a tejados,
volviendo a bajar en picado
para que un triste borracho escuche
tan solo un par de acordes
y rápido olvidarlos.
Con humo de una pipa
se arrastraba hacia el puerto,
tocando las sórdidas aguas,
hundiéndose rápida en ellas,
yaciendo para siempre
en la negra morada
de lo que no se recuerda.
2 comentarios:
Me gusta. Un saludo Guerrero
Gracias Pepe, un saludo para ti también.
Publicar un comentario