jueves, 25 de marzo de 2010

Desengaño

Desengaño
Dedicado... a 'ellas'


Desgastando las últimas frases hechas en los recuerdos más recientes he llegado a la conclusión de que siempre es la misma cantinela. Es lo que hay, ya veremos, iremos tirando, más o menos, que le vamos a hacer. Estoy cansado de falsas promesas, máscaras y medias verdades. Harto del mundo donde nada es verdad. Me obligan a formar parte de ello, no me gusta la idea, no me gusta su juego.
La vida es un mar de dudas, unas se pierden en la infinidad azul, otras rompen contra las rocas del desengaño. Pocas llegan a las tranquilas playas para disiparse sosegadas. Puedes sentir como tu cabeza se estrella contra el arrecife y explota en mil pequeños pedazos. Erosionado por incontables olas que ya se torturaron mucho tiempo antes con las afiladas piedras, no podrás mas que sacarles un poco más de punta. En el fondo la razón duerme sosegada, oculta en la oscuridad donde los rayos de sol no son más que tímidos turistas extraviados. ¿Pero verdad que es mucho más llamativa la tempestad de la superficie? Las olas agitadas por la tormenta resuenan violentas y se estremecen, y los marineros gritan y juran improperios con el puño en alto. Pero, ¡ay amiga de aquellos que navegan en la tormenta! pues terminan ensartados en el viejo arrecife junto con las desafortunadas olas...
Eso es lo que le pasó a aquel marinero ya en antaño, ¿cómo se llamaba? da igual, no recuerdo su nombre. Navegaba entre las olas como un simple pescador pero creyéndose un bravo pirata. Su barco era Mentira. Grande, lento y destartalado. Mentira le había sido útil durante gran cantidad de años, y aunque era torpe y poco ortodoxo (más bien nada) le había llevado siempre a cumplir sus deseos y atracar en blancas playas de fina arena y sinuosas dunas.
Pero tarde o temprano las aguas se agitan y la corriente arrastra hacia los inexorables arrecifes. Lamentablemente para aquel pescador pirata que entre el fuerte oleaje veía llegar su fin. Su querido Mentira se desmantelaba poco a poco mientras las corrientes lo enfilaban hacia las afiladas piedras. 'Arrr' gritaba el marinero, pero de poco le servía exclamar nada. Un aparejo que se soltaba por allí, un barril de pólvora explotaba por allá. Mentira hacía aguas más que nunca hasta que aconteció el desastroso, y anunciado final, para el pirata pescador.

Solo quedaron los recuerdos de tablones en una costa lejana y ésta trivial historia.