lunes, 30 de mayo de 2011

Hoy el cielo está precioso.

Hoy el cielo está precioso. Mi corazón se ha parado en seco junto con mis piernas para obligarme a observar el maravilloso óleo que ante mí se extendía. Pinceladas caóticas en un juego de blancos y grises, sin patrón, sin ley, como la vida misma. De fondo, lejos, muy lejos pero a la vez cerca, un frondoso telón gris oscuro azulado que no dejaba ver más allá. Un velo misterioso, profeta de la tormenta venidera. Yo que siempre me he considerado amante del trueno, de los jardines desbocados, de las ruinas olvidadas, de todo aquello que la entropía haya hecho suyo, ahora impera en mí una dolorosa necesidad de orden. Pero no quiero precipitarme, está empezando a gotear, dentro de un rato diluviará y después, cuando todo el temporal haya pasado, en la claridad del sol buscaremos ese deseado orden.

Hoy el cielo está precioso, pero mañana lo estará más.